22 febrero 2002

Los jóvenes como coartada de prohibidores

Quiero empezar agradeciendo a DDAA la oportunidad que me ha brindado de colaborar en ésta su página. He escrito en numerosas ocasiones sobre la importancia que, a mi entender, tiene Internet para presentar una alternativa a la información oficial y ortodoxa sobre drogas. Este es el objetivo de DDAA con esta página. Si puedo aportar a ello mi pequeño grano de arena, encantado.

Así pues, para empezar y por si a alguien pudiera interesarle, me gustaría, no tanto aportar una noticia nueva, como exponer un par de reflexiones que tal vez ayuden a situar en contexto algunas de las más recientes movidas prohibicionistas, como la hipócrita represión del consumo de alcohol en la calle o el vodevilesco escándalo perpetrado por Cabrera por las piruletas de cannabis. El factor común a estos casos al que quiero referirme consiste en el uso interesado y falaz que se hace del concepto de juventud. “La juventud” y “los jóvenes”, se han ido convirtiendo, desde hace tiempo, en palabras trampa utilizadas como coartada para políticas prohibicionistas y, al mismo tiempo, como instrumento de desresponsabilización individual que propicie las habituales tutelas paternalistas por parte del estado.

Cuando Cabrera afirma que las consabidas piruletas podían provocar mareos a los niños (¿ha pensado en retirar del mercado los bombones de licor, para evitar que un niño se atiborre de ellos y se entrompe?), es muy consciente del recurso que está utilizando. La protección a la infancia (¿dejaremos que los niños vean estas cosas? ¿oigan esas otras? ¿tengan a su alcance esas de más allá?), extendida primero a cualquier menor de edad y, posteriormente a cualquier jóven, sirve para justificar la represión de los adultos responsables, una élite minoritaria y egoista, si escuchamos a Cabrera o a Robles. En el tratamiento a la cuestión del botellón, deformando lo que era tan sólo un problema de orden público, se mezclan juventud y menores en un mismo saco, haciéndonos creer y queriendo que pensemos que es normal que el estado decida sobre como deben las personas adultas organizar su ocio. El toque de queda de algunos ayuntamientos, de momento sólo para menores, ¿se extenderá también a la juventud, en un sentido amplio?

La táctica prohibicionista consiste en mezclar sin pudor infancia y juventud: “Tal conducta o tal información es una amenza para nuestros niños y nuestros jóvenes” ¿Qué tendrán que ver las churras con las merinas? En un caso estamos refiriéndonos a menores de edad, con sus particularidades legales, mientrás que en el otro hablamos de personas adultas a las que se debería tratar y considerar tal y como se hace con cualquier adulto. La sociedad asume, muchas veces acríticamente, este estado puro y virginal de la juventud, al que hay que seguir preservando de la realidad y de si mismo. Otra linea de actuación es la de extender el concepto de juventud más allá de toda lógica. He oído repetidas veces en televisión cosas como “...el atracador, un joven de 38 años...”. Ahora se subirá la edad legal para la compra de cerveza hasta los 18. Quien se sabe tratado como un niño irresponsable, acabará portándose como un niño irresponsable.

Por otra parte, el masaje mediático al que se nos somete diariamente nos refuerza el mayor deseo de nuestros tiempos: "seamos siempre jóvenes". La consecuencia inmediata es: "seamos siempre menores irresponsables, y dejemos que los mayores, Papá Estado en concreto, decidan por nosotros".

------------------------
Jordi Cebrián colabora en Cáñamo, es autor de La Biblioteca Antiprohibicionista y mantiene un weblog llamado Cienpalabras dedicado a sus magníficos relatos breves.

No hay comentarios: