16 noviembre 2001

ENCOD (European NGO Council on Drugs and Development / Consejo Europeo sobre Drogas y Desarrollo) es la red de organizaciones no gubernamentales y ciudadanos de países pertenecientes al Consejo de Europa, radicada en Bélgica, que reúne a los interesados en el impacto del comercio ilegal de drogas y de las políticas de control de dicho comercio sobre los paises en desarrollo.

Durante los meses de verano de 2001 ENCOD ha reunido información sobre la situación actual de las políticas de control de sustancias ilegales en los principales paises del oeste europeo. La información está disponible en inglés, bajo el título "A SNAPSHOT OF EUROPEAN DRUG POLICIES. An overview on the current state of drug policies and the main actors in the debate on drug policy in Europe." a través de la url
http://www.encod.org/rap-kaarteuropa.html

Esta es la traducción de un fragmento del informe.

El Cannabis llegaría en primer lugar

Existen varias razones para pensar que la primera sustancia en conseguir un cambio de estatus legal será el cannabis. En primer lugar, se está dando un aumento en la prevalencia del uso de esta droga. En la mayoría de los países no es difícil de obtener, y el consumo en lugares públicos es un fenómeno en aumento. En Dinamarca, Holanda y Suiza, la venta de cannabis al por menor se da de forma bastante abierta en establecimientos comerciales que muy rara vez sufren obstruccion por parte de las autoridades. La mayoría de los responsables gubernamentales reconocen el hecho de que el cannabis sigue incluido en la lista de sustancias prohibidas por un mero propósito "educativo", destinado a mantener un mensaje de "prevención". Como consecuencia, la credibilidad de las leyes sobre el cannabis disminuye, especialmente entre los más jóvenes, que piensan que estas leyes van dirigidas especialmente contra ellos.

En segundo lugar, el consumo e incluso la posesión de cannabis en pequeñas cantidades apenas está considerado como una falta en la mayoría de los países, y en los casos en los que se castiga se hace mediante sanciones administrativas. A la larga esta situación irá creando un problema político, pues parece estratégicamente complicado el permitir la posesión pero no la compraventa. Algunos países intentan sortear este problema recurriendo a todo tipo de medidas legales que caen en la ambigüedad, mientras que en otros, los fiscales o las fuerzas del orden han tomado la iniciativa de abandonar la persecución de los que violan las leyes sobre el cannabis. Sin embargo, hasta ahora sólo un país -Suiza- parece dispuesto a llevar este enfoque hasta sus últimas consecuencias, en concreto la instauración de un marco legal para todo el circuito, desde la producción hasta el consumo. Si esto ocurriera, podría convertirse en un banco de pruebas para otros países europeos por un lado, y para otras sustancias por otro.

En tercer lugar, la reciente oleada de noticias sobre el uso médico del cannabis parece contar con la aprobación de la opinión pública, en el sentido de que una droga descrita tradicionalmente como peligrosa tiene aplicaciones médicas beneficiosas para los humanos. En varios países, las asociaciones de enfermos de esclerosis múltiple o cáncer están reivindicando su derecho a hacer uso de las aplicaciones terapéuticas del cannabis. Varios parlamentos y tribunales regionales se han mostrado receptivos al argumento de que las consideraciones humanitarias y médicas deberían prevalecer sobre las de tipo moral o legal. Si bien esto daría pie a un nuevo debate, sus repercusiones en el debate de las drogas en conjunto podrían ser significativas. Es sin duda otra oportunidad para que los ya muy populares movimientos a favor de la legalización del cannabis hagan un uso aún mayor de su capacidad de movilización.

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